El nuevo machismo

Volvemos, una vez más, a traer a nuestro querido público los temas más candentes de los que se hacen eco los noticiarios, para aquellos que piensen que los noticiarios son aburridos, para aquellos que tengan que ir a trabajar, estudiar o simplemente prefieran irse a la playa, ya que el tiempo empieza a acompañar. Aquí les ofrecemos los problemas de la actualidad mezcladitos con alguna peli, sazonados con el aporte periodístico y listos para hacer las delicias de los lectores. Caballeros, agárrense bien los pantalones porque hoy aquí va a estallar la guerra, la guerra de los sexos.

Cómo todos sabemos, el machismo ha sido una lacra social desde tiempos inmemoriales, desaprovechando a gran parte de la población, infravalorándola, o simplemente excluyéndola, y el que no comparta esto, que cierre ahora mismo esta página y vaya a comprarse el periódico que la razón le dicte. Pero bueno, como siempre, y con motivo de facilitar que el lector se sitúe, vamos a usar una película como calzador, en este caso El Reportero, la leyenda de Ron Burgundy (visionado altamente recomendable) y así nos vamos situando:

El contexto en el que se sitúa la trama transcurre en los años 70, han pasado las grandes guerras, época del sueño americano, bienestar, Ford Mustangs, bigotazos y una moda que hizo estragos en nuestros padres. Lamentablemente, no se le hacía justicia a la mujer en la prensa, tal y como refleja el film de forma satírica. Ron Burgundy es el presentador de la principal emisora de noticias de San Diego, la KVWN del Canal 4, todo un macho narcisista, misógino y ególatra al cual la palabra diversidad le suena a chino y que, no obstante, se limita a poner su masculino bigotazo frente a la cámara y leer el teleprompter, cuyo concepto de mujer no va mucho más lejos de hacer fotocopias, traer el café y fornicar. Como no podía ser de otra manera, llega a la redacción la Señorita Verónica Corringstone, inteligente, ambiciosa, líder nata y con un montón de títulos que lo avalan y muchas ganas de hacer buen periodismo. ¿Su tarea? Ir a cubrir un desfile de ropa paragatitos, jiji jaja. ¿Cómo continúa? Lo de siempre, chica desbanca a chico, chica se mete en apuros, chico salva a chica y presentan juntos el informativo, final feliz.

Final feliz sólo en las películas, porque la realidad es muy distinta, no sólo limitándonos al ámbito periodístico, también en el ámbito laboral general, la mujer hoy está muy jodida, no voy a endulzarlo. Con el paso de los años hemos aceptado como normales situaciones tales como: Efectivamente, como usted es mujer, cobra menos por la mismas horas que un hombre; ¿Embarazada? Vuelva cuando no haya que darle el permiso de maternidad, o la más grande: Lo siento, tiene unos credenciales inmejorables, pero adaptar un WC femenino sólo para usted no nos sale rentable. Estas son sólo varias de las múltiples trabas que se encuentran en el mercado laboral por el hecho de ser mujer, pero no sólo eso, ya que (redoble de tambores) ¡Las más guapas lo tienen más fácil! Así que también están forzadas a competir entre ellas. No importa que la otra candidata esté mejor formada, esta tiene una 100 de pecho. Nace aquí la mujer florero, y lanzo una pregunta al aire ¿Hay alguna presentadora fea en La Sexta?

Lo que más me fastidia es la hipocresía del Gobierno y la frivolidad de los medios. Hoy día sólo se oye que si miembra pa`rriba miembra pa´bajo. Esto no sólo es una aberración lingüística sino que además es absurdo, ya que tanto un hombre como una mujer podemos ser UN miembro o UNA parte y yo no me pongo a patalear porque parte es femenina y quiero ser un parto. Esto son tonterías, no es más que demagogia y buscarle tres pies al gato, tirar dos bombas de humo por la tele para que la gente olvide los problemas reales, los palpables, los antes citados.

Y después el Gobierno toma medidas como crear un ministerio de Igualdad, o hacer que haya el mismo número de ministros que de ministras, lo cual es de nuevo una muestra de anorexia mental ya que las carteras deberían estar ocupadas por el que mejor dotado estuviese, independientemente del género y si son todos hombres bien, y si son todas mujeres, también bien. Yo no sé qué hacer para solucionarlo, ni tampoco sé si hay alguna medida que realmente funcione, puesto que, lamentablemente, me siento afortunado de ser hombre.