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Algo más que el canal

Los medios de comunicación son algo más que meros testigos de los hechos que presentan. El enfoque, el presentador, el periodista, la perspectiva de la cámara, el decorado… todo influye en la transmisión del mensaje y todo lo elige normalmente el medio. Una de las películas que mejor muestra este hecho es El desafío: Frost contra Nixon del cineasta norteamericano Ron Howard. El film se basa en hechos reales para contar la encarnizada batalla intelectual entre el ex presidente Richard Nixon y el periodista David Frost por dejar clara la culpabilidad del que fuera presidente en el escandaloso ‘Caso Watergate’ como máximo responsable de la trama. Obviamente, el duelo consiste en que el periodista buscará saltar las defensas del político mientras que éste, querrá defender lo que queda de su buen nombre ante la opinión pública. En este sentido, no solamente están en juego la astucia de las preguntas de Frost frente a la pericia de Nixon para sortearlas y terminar contestando lo que cree conveniente para lavar su imagen. Ambos se apoyan en algo más que ellos mismos para salir airosos de la batalla intelectual que representa la entrevista en cuestión. Los dos ‘contendientes’ están rodeados de costosos equipos que les apoyan para conseguir la victoria. En el del periodista, Frost, solamente uno de ellos está politizado y se presenta completamente contrario a que Nixon salga bien parado ante la opinión del pueblo al que gobernó. Éste es quien investiga especialmente para buscar ‘trapos sucios’ en la gestión del mandatario norteamericano. Por otra parte, antes de pactar las cuatro entrevistas en las que los dos protagonistas pondrán en armas sus investigaciones junto con su pericia y dominio de la comunicación, lo primero que se hace es acordar cuestiones que podrían parecer de menor importancia, aunque ningún experto en comunicación lo diría. La casa donde segrabará el acontecimiento, el decorado del salón, la altura de los dos asientos, la duración de cada entrevista, la llegada… en todos estos actos se detiene Ron Howard para dejar constancia al espectador de que cualquier detalle, por ínfimo que sea, está perfectamente estudiado de tal forma que, aunque parezca natural, la entrevista no es más que un artificio, un espectáculo, un combate de boxeo en el que en lugar de los puños cuentan los cerebros.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta si que es la esencia del periodismo!!!!

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