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Sólo de pan vive el hombre

La película ‘Gracias por fumar’ hace un especial hincapié en el remolino de codicia en el que algunos entran para poder alcanzar un nivel de vida que, de otra forma, les estaría completamente vedado. El protagonista es la imagen de cara al público del lobby de las compañías tabacaleras estadounidenses. Su don para debatir y rebatir además de su buena apariencia, le convierten en uno de los hombres más cuidados por la compañía para que actúe como su salvador cada vez que son acusadas de promover un mal. Especialmente entre los adolescentes y los niños. En Estados Unidos, según plantea el film, hay tres grandes grupos de presión: el alcohol, las armas y el tabaco. Los tres relaciones públicas se reúnen constantemente para comparar y discutir las diferentes estrategias comunicativas que han usado o que piensan utilizar. El gran drama de la historia, al más puro estilo Hollywood, se da cuando el protagonista debe enfrentarse al Senado de los Estados Unidos con el objetivo de que no se inserte en las cajetillas de tabaco un mensaje que diga que los cigarrillos provocan cáncer, impotencia, etc. Como no hay película sin final feliz, el que hasta entonces era un descorazonado depredador de los negocios se convierte en un pobre patriota ante los senadores y recula de su posición inicial gracias a la inteligente pregunta de uno de los representantes gubernamentales: -¿Le daría usted cigarrillos a su hijo?-. –Si cuando tenga 18 años quiere uno, yo mismo iré a comprárselo- Responde. Pero el tiempo de duda anterior ya es suficiente para demostrar al espectador, que no a los prefectos del Senado, que únicamente lo hace porque, como él mismo argumenta después, -Todos tenemos que pagar una hipoteca-. Así, ‘Gracias por fumar’ analiza cómo las grandes multinacionales utilizan a los medios para conseguir sus propios objetivos sin que ni la ética ni la vergüenza les detenga. Es un círculo vicioso, si tienen dinero por su negocio, tienen dinero para mantenerlo gracias al gasto brutal en políticas comunicativas que hacen que los medios de comunicación se encuentren tan a merced suya como los propios políticos.

2 comentarios:

El jefe de grupo dijo...

Impresionante cómo el peso de las grandes compañías adquieren tanta importancia en las políticas nacionales.

Anónimo dijo...

Ojalá no fuera así, pero el dinero lo mueve todo, también los medios de comunicación desde luego.

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